Linares vive entonces unos momentos de indefinición en los que inicia búsquedas coincidentes con los derroteros de las vanguardias artísticas del momento. En 1971, realizada una exposición-encuesta, organizada por la galería Altamira en la cafetería Tiki Tabú de Gijón; presenta obras de todos los estilos, incluido el abstracto, y reparte entre los asistentes un cuestionario para que den su opinión al respecto. El resultado, según lo previsto, es confuso, pero le sirve para convencerse de lo que verdaderamente tiene que hacer es buscarse si mismo, consolidar su propio estilo personal.
Coincidiendo con todo ello, un óleo suyo obtiene un accésit en el Certamen Nacional de Pintura de Luarca.
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